El mercado y el campo van por caminos distintos. Los operadores ven la lluvia como una auténtica ‘bendición’ después de una campaña tremendamente escasa motivada por la sequía. En cambio, los olivareros tienen otro punto de vista: ‘Ni tan poco, ni tanto’. El agua ya molesta y hasta perjudica. La humedad complica el retallo del olivo y amenaza la próxima cosecha. Los agricultores recibían hace unos meses las gotas de agua como una auténtica lluvia de dinero. Sin embargo, ahora a muchos les parecen “pedradas”. Los árboles no tienen el desarrollo vegetativo esperado porque las nubes no dan tregua. El olivo necesita agua, pero también sol. En estos meses, las borrascas no han dejado al astro rey ni asomarse por Jaén. Muchos creen que pasará factura al cultivo y a las cuentas de los agricultores cuando se recoja la próxima cosecha.
fuente: Diario de Jaén